Nacido luego de un estudio hecho en sus propias comunidades, donde los aprendices étnicos del Casanare irán a aplicar lo aprendido una vez arriben a la etapa productiva, se llegó a la conclusión de que hacía falta algo que permitiera una producción de proteína animal y vegetal más económica y constante para todos, pero principalmente para mujeres embarazadas, personas mayores de 60 años y niños, que conforman el sector más vulnerable de la población.




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